Comida sana, naturaleza sana
Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle
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Padre Hugo Tagle
El pasado 29 de septiembre se celebró por primera vez el día de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. Un llamado de alerta ante la necesidad de transformar y reequilibrar la forma en que producimos y consumimos nuestros alimentos.
Uno de los efectos negativos del coronavirus es el hambre en muchas partes del mundo. El dato resulta tanto más indignante, ante la pérdida de más de un tercio de los alimentos a nivel mundial. En el caso de las frutas y hortalizas, se descarta cerca de la mitad (un 45%). A esto debemos sumar la enorme cantidad de agua que requieren, el desperdicio en insumos, tierras, trabajo de los agricultores e incluso el combustible usado para su transporte. Todos estos recursos se pierden cuando se pierde el fruto de estos trabajos.
El Papa Francisco nos recuerda: “Los alimentos que se tiran a la basura son alimentos que se roban de la mesa del pobre”. El punto no es si son baratos o no. Tras los alimentos, hay una cadena enorme de esfuerzo, energías, tiempo que no es justo desperdiciar. Cerca de mil millones de personas terminan el día con hambre. Y luego de la pandemia, seguro el tema será más agudo y preocupante.
Por otro lado, el exceso de alimentos en algunos no solo daña su salud, sino también el medio ambiente. Las grandes extensiones de terreno para monocultivos han contribuido al cambio climático y empobrecido regiones enteras. No necesitamos consumir tanta carne ni productos tan ricos en grasas.
Urge una nueva conciencia ante su gestión. Muchos restoranes permiten llevarse la comida no consumida. Francia exige a las grandes cadenas de supermercado donar las remesas de alimentos no vendidos y a punto de vencer. Está prohibido tirarlas.
Grandes cambios comienzan en lo doméstico o familiar. Desde reutilizar las sobras de comida, comprar sólo lo que se necesite, consumir a tiempo lo que caduca o regalarlo, hasta comprar frutas y verduras “feas” o irregulares, que son igualmente buenas y además baratas. Educar en el buen uso de los recursos alimenticios redunda en un buen ahorro familiar. Sume a su familia a las iniciativas de compostar el material orgánico y restos de comida.
Pete Seeger, músico de folk estadounidense, hizo célebre una frase en los sesenta, que bien aplica para la comida: “Si no se puede reutilizar, reducir, reparar, reconstruir, restaurar, revender, reciclar o compostar, entonces debe ser prohibido, rediseñado o eliminado de la producción”. Al “mente sana en cuerpo sano”, agreguemos: “Comida sana para un entorno sano”.